miércoles, 18 de agosto de 2010

Abriendo trocha ó bitácora de mi primer viaje al Amazonas





Transcurría el año 2004, y como parte de un trabajo de grado, había decidido hacer un trabajo de campo entre las comunidades indígenas del Amazonas, en particular en dos poblaciones: La Chorrera y El Encanto.

Elegí la ruta más directa: un vuelo de la aerolínea Satena (La línea aérea que integra a Colombia, dice su eslogan) que parte desde la ciudad de Villavicencio, y luego de hacer escala en las poblaciones de San José del Guaviare (Guaviare) y Araracuara (Caquetá) y aproximadamente después de 4 horas de vuelo acumuladas, llega a La Chorrera en el departamento de Amazonas.

La Chorrera es un pequeño pueblo, ubicado al margen izquierdo del río Igaraparana, y se encuentra poblado por unas 50 familias del grupo étnico huitoto (murui y muinane). La llegada del vuelo de Satena (como sucede en todo caserio) es todo un evento social: niños, jóvenes y sus madres salen a ver el aterrizaje de la aeronave que trae dentro de su panza a familiares, vecinos, correspondencia y alguna remesa importante.

Y no es para menos que la llegada del Embraer genere tal acontecimiento, pues este vuelo sólo visita la Chorrera cada 15 días, convirtiéndose en casi la única vía de acceso para comunicarse con el interior del País (de otro modo, el viaje por río significaría cerca 3 días de viaje y un costo al final mayor).

A mi llegada a La Chorrera, y luego de atravesar el río Igaraparaná por un puente de madera que pasa justo encima del chorro o raudal que le da su nombre a la población, comencé a buscar a Virgilio Kuedgaje, miembro activo de la comunidad y quien a través de un amigo de la Universidad, me brindó una habitación de su casa para alojarme esos días.

La casas de La Chorrera no son grandes construcciones, pero son espacios abiertos unifamiliares que los hacen muy acogedores. En general, se utiliza la flora de la región para construir los techos, las paredes, etc.

Aún cuando fui bien recibido, y me brindaron toda la colaboración necesaria para mi trabajo de campo, mi segundo destino me esperaba, y 10 días habían sido suficientes en este bello lugar, que recuerdo gratamente por su tranquilidad, gastronomía y sencillez de su gente.

Al acercarse el día programado para mi partida, escuche de tres personas que atravesarían la trocha que en 3 días (a paso de nativo), comunican los ríos igaraparana con el caraparana (los dos desembocan en el río Putumayo). Esta situación acelero mi partida, por lo que dos horas después de conocer a estas personas, me encontraba con los 20 kilos de peso de mi maleta al hombro, buscando la trocha que otrora servía como canales de comunicación para la recolección de caucho que, explotados, debían hacer los indígenas de este territorio (finales del siglo XIX y comienzos del XX).

El grupo expedicionario estaba conformado por un indígena huitoto que conocía muy bien el recorrido, pues había trabajado muchos años con compañías aserradoras y en su labor, debía internarse hasta 3 meses selva adentro, en busca de los árboles que producen la madera más fina y mejor paga. Los otros dos integrantes eran jóvenes que habían decidido partir de su comunidad para continuar sus estudios en la población de Puerto Leguízamo, municipio más cercano a La Chorrera a tan sólo 500 kilómetros de distancia.

Emprendimos un largo viaje, el cual trajo experiencias significativas para mi como caminante, además de ser altamente entretenido por las increíbles historias que contaban mis acompañantes (como los espectáculos en vivo de luchas entre tigres-panteras y anacondas, ó la transformación de hombre en jaguar como una etapa de evolución física y espiritual que sólo alcanzan los más sabios) y sumamente enriquecedor por el significado que esta cultura le da a muchos lugares por donde pasamos y que en medio de su complejidad, guardan una estricta coherencia, normal en estas formas de ver el mundo, que incorporan un gran respeto por la naturaleza y una sencillez en su estilo de vivir y convivir, estilo del que mucho tenemos por aprender.

Durante el recorrido vimos boas constrictor, corales y talla X (serpientes reconocidas en la Amazonía), escuchamos un tigre y muchas aves. El tabaco, según las creencias de los huitotos, aleja los malos espíritus en la selva nocturna, creencia que asimile completamente al ingresar a un entorno desconocido para mi.

También debimos atravesar caños, riachuelos y pantanos, comimos mico, cerdo de monte, pescado y fariña (yuca brava cernida), al fin y al cabo, como dicen ellos, la selva le da al hombre todo lo que necesita para vivir.

Al tercer día, alrededor de las 2 de la tarde y en medio de un bello día soleado, llegamos a un claro (espacio de selva despejado), que señalaba el inicio del pueblo San Rafael del Encanto, donde cerca de 30 familias de indígenas y colonos conviven a orillas del río caraparaná.

Mi estadía en esta población se extendió por 10 días más, periodo en el que tuve la oportunidad de hablar con los caciques indígenas (autoridades sociales que lógicamente lo llegan a ser por tener esa sabiduría que sólo dan los años) y terminar la fase de mi trabajo de campo que me conduciría a plantear en una monografía, los elementos que permiten entender porqué los territorios son una construcción social.

Decidí que el fin de esta travesía tendría que ser igual de descomplicada e improvisada que la había caracterizado hasta ahora, por lo que opte por tomar la ruta larga: bajar por el río caraparaná hasta encontrar el punto de inspección El Encanto en su desembocadura en el río Putumayo. De allí, una lancha rápida me llevaría río putumayo arriba en un trayecto que en unas 10 horas, recorrería aproximadamente 500 kilómetros de distancia y por $250mil pesos (unos U$130) me pondría en el municipio de Puerto Leguízamo, último municipio de Colombia sobre el río Putumayo.

En efecto luego de transitar por la ruta seleccionada, y una vez en Puerto Leguízamo, dedique un día a recorrer sus reducidas calles, hacer algunas llamadas, revisar mi correo electrónico y tomar un par de gaseosas. Al día siguiente tome la línea Pto Leguízamo - Puerto Asís y llegue en menos de 8 horas de recorrido por el mismo río Putumayo, a este último municipio que se ubica en el piedemonte amazónico, lugar desde donde comienza la carretera que comunica esta región con el centro del País.

Luego de 25 días de viaje, se aproximaba el fin de mi primera travesía a fondo por la selva, me alegraba el hecho de reencontrarme con mi familia, pero sentía nostalgia por dejar es

Mi travesía terminó luego de 20 horas de carretera en la ciudad de Bogotá, origen de mi viaje, desde donde al menos cada vez que veo un avión de Satena o sobrevuelo la selva, pienso en esa inolvidable travesía que me enseño a disfrutar cosas simples de la vida, pero sobre todo a valorar y respetar otras maneras de ver el mundo.

lunes, 16 de agosto de 2010

Caños Cristales o la exageración de la naturaleza: La Macarena






Que es Caño Cristales?

Muchos viajeros, expedicionarios y turistas que han conocido la Sierra de La Macarena, la definen como uno de los sitios más bellos del planeta. La naturaleza se impone a través de sus colores mágicos, la música del agua, flora y fauna incomparables. Caño Cristales es por su condición, un paraíso de tranquilidad.

Aves de bello plumaje y canto melodioso, vegetación exuberante, ríos de agua cristalina y pura y un paisaje que invita a soñar, señalan que esa parte de La Sierra de La Macarena es región de enorme interés para los investigadores. Y para turistas amantes de la paz que allí reina, de un paisaje como pocos en esta época de atentados a la vida silvestre, a las especies animales y vegetales que engalanan con su existencia el legado de la naturaleza. Ver las aves volar es un espectáculo pocas veces apreciado, al aire libre y en la libertad de su propio hábitat. Caño Cristales, a pesar de la devastación y el atropello de colonos y negociantes en madera que talan los árboles sin conciencia ambiental, aún es parte principal de la Reserva de flora y fauna de la Sierra de La Macarena.

En otras palabras, es el lugar donde confluyen todas las bellezas de nuestra geografía colombiana. Su futuro, por desgracia incierto, dependerá del clamor de los verdaderos defensores de ese imponente lugar, porque allí se recrea un ambiente silvestre que vale la pena conocer a fin de aumentar las voces de protesta en defensa de ese escenario de vida natural, atravesado por quebradas maravillosas, cascadas transparentes, riachuelos pintorescos y caídas de agua pocas veces apreciadas.

Las formaciones rocosas de la zona han atraído a muchos turistas, quienes de manera indiscriminada llegan hasta Caño Cristales. En muchos casos realizan una inusual forma de recreación basada en el irrespeto a la naturaleza. Invaden los lugares más bellos, inician quemas de árboles, dejan desperdicios por doquier, cazan animales en vías de extinción, etc. La Sierra de La Macarena debería estar más defendida por las autoridades ambientales. En este caso, por el Ministerio del Medio Ambiente.

LA SIERRA ENCANTADORA

¿Por qué hay que conocer la Serranía? Su flora y fauna son únicas, dada la confluencia de una biodiversidad representada por especies vegetales y animales, propias de la región Andina, la Amazonia y la Orinoquia. Allí es fácil advertir la riqueza ornitológica, quizás la más importante del mundo. La Macarena es una impresionante reserva natural, creada en Colombia por efecto de una Ley de la República en 1948, para proteger la flora nativa y la fauna que existe a lo largo de 1\'131.350 hectáreas de extensión.

Es una gran cordillera que se extiende por más de 130 kilómetros de largo por 30 de ancho. En ese macizo montañoso, curiosamente se dan todas las formas de vida, desde bosques fríos, hasta selva húmeda tropical. Este hecho atrae a turistas de diversa índole: investigadores, excursionistas, fotógrafos y montañistas. Son muchas las personas que llegan allí para gozar de la belleza ambiental, relativamente resguardada contra múltiples atentados.

LOCALIZACION

Ubicada en el suroriente del Departamento del Meta, es un vasto pedazo del territorio nacional y comprende municipios importantes como San Juan de Guaviare, La Macarena y Mesetas. Limita con importantes ríos como el Guayabero y el Ariari. Muchas y hermosas quebradas como la Curia, cañones, valles y una riqueza natural representada en árboles nativos, plantas exóticas y paisaje sobrecogedor, hacen de la Sierra La Macarena uno de los destinos turísticos más apreciados hoy en día.

Por su situación geográfica, la Sierra ofrece el espectáculo maravilloso de sus ríos y quebradas, de riachuelos de agua transparente, de caídas de agua que van adquiriendo nuevos y hermosos colores a su paso. Es como si en su recorrido se tiñera de caracteres cromáticos, para brindarle al turista el regocijo de ver agua de colores corriendo por la región. Los ríos Guayabero, Güejar y Duda atraviesan la Sierra y aproxima sus aguas hacia la Orinoquia. Este sistema fluvial se enriquece con quebradas, caños como los de Caño Canoas y Caño Cristal, de una belleza inigualable.

Con sobrada razón, Andrés Hurtado García, uno de los más fervientes defensores de la Colombia verde y natural, en una de sus crónicas dijo: ..."Alguien me había descrito Caño Canoas. Desde entonces mis pies, con los cuales acaricio el mundo, hicieron la promesa. Hasta entonces Tipulo, en la casi frontera de Colom bia con Panamá, era en mis notas íntimas, la cascada más bella de Colombia.

Sobrevolé Canoas unas tres veces y mi adrenalina cósmica fue brotando en secreciones que no admitían espera. Partimos del pueblo de la Macarena, a orillas del Guayabero. Allí, Alfredo Quiroga, muchos años atrás, había desplegado para mis sueños, el embrujo de la Sierra. "Un sol despiadado, como lo preferimos de compañero y 50 kilos en cada morral, hicieron inolvidables los cuatro días de camino.

Al pasar saludamos en Caño Cristales a David y María, viejos amigos, y nos bañamos en los cinco colores del caño".

EL PARQUE NACIONAL LA MACARENA

Un centro de interés domina la vida de esta importante región del país. Se trata de la flora y la fauna que interesa a muchos. Existen pisos térmicos propios de la selva húmeda tropical, hasta suelos templados y fríos, aptos para el nacimiento de especies diversas y productos de alto valor: cacao, palmas, guayabos, zapotillos, algarrobos, etc. Desde el punto de vista faunístico, existe la chucha mantequera, o real, marsupiales, murciélagos, variadas especies de micos y primates, osos hormigueros, el perro de agua, cocodrilos, lagartos y muchos otros animales.

COMO LLEGAR


Existen dos opciones para llegar hasta Caño Cristales y en general a todo el territorio de la Sierra La Macarena. Por vía terrestre, a través de un viaje que parte desde Villavicencio y que supone un gusto especial por recorrer caminos, observar paisajes diferentes, inmortalizar en video o en fotos, las imágenes que siempre habrá de recordar. La travesía se lleva a cabo dentro de los límites del gusto por la aventura. Por esta razón, nada mejor que viajar en grupos, en camperos fuertes y con el debido alistamiento, pues son ocho horas de recorrido.

La segunda alternativa es para quienes prefieren la vía aérea. Se viaja en avión monomotor de servicio público, que despega desde el aeropuerto de Villavicencio. Luego de una hora de vuelo, aterriza de manera agradable sobre el piso de la Sierra de La Macarena.

Los vuelos son diarios y por lo general, es sencillo y organizado el itinerario.

Comenzando....

Hola a todos,

Esta es mi primera entrada en este blog, el cual busca compartir con todos los internautas, algunas anécdotas y relatos de viajes que he hecho en Colombia y algunos otros países de la región.

El objetivo es, a parte de mostrar los bellos paisajes de mi país, compartir esa inmensa riqueza cultural con la que me he encontrado en cada travesía.

Espero les guste a todos.

Saludos!